La palabra Perdóname no me sale.
No es que no la pueda decir, pero al parecer no se venderla.
No sé decirla bien.
Mi tono de voz no sabe pronunciarla de manera que suene cierta.
¿Y si lloro?
No me saldrían las lágrimas ya que el llorar no se me antoja.
¿Y si lo digo más bajo? Algo así como un susurro…
¿No?
Carajo.
Ya sé; y si miro profundamente a sus ojos, tomo su mano y lo digo…
Peeerrrdooo- No.
No me sale, en serio no me sale, me da la sensación de que lo digo con un acento extraño.
Lo peor de todo es que si estuviera actuando probablemente me creerían.
Pero el hecho es que no estoy actuando, que es en serio lo que siento, que de verdad necesito perdón.
Ayer fui a confesarme y en cuanto le dije al cura “Padre; perdón por...” el respondió con una pequeña risa que luego se transformó en una carcajada.
Como si contara un chiste al decir “perdón”.
Ni escribiéndolo se ve bien; pareciera que mi pluma se resbalara a medida que escribo la palabra.
No quieres.
Bueno, si no quieres seguir oyéndome perfecto...Entonces callo.
¿Qué me vaya?
…En verdad quieres que me vaya.
Bueno pero volveré mañana.
Y… ¿Pasado mañana?
¿Tampoco?
No quieres verme.
Está bien…Creo.
Pero…Dame tiempo, te prometo que en unos días mas podré decirlo bien.
Nunca más.
No quieres verme nunca más.
…
Perdóname, por no poder decirlo bien…Por no sentir que se me destroza y carcome el corazón cada vez que te veo.
Perdóname por perdonar, y no poder ser perdonado.